Existimos en el mínimo vital porque no nos escuchamos a nosotras mismas. La voz interior se ha vuelto tartamuda.
Ponemos en duda lo que nos dice o sólo escuchamos lo que nos conviene, lo que creemos se adecúa mejor a nuestros planes narcisistas.
Pero no. Ni siquiera tenemos planes. Todo lo que hacemos es dejarnos llevar por nuestros humores.
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