Hay ocasiones en las que me detengo en mitad de la calle, preguntándome sorprendida por lo que hago en ella. En esos momentos he olvidado cómo he llegado allí, y desconozco mi meta. Lo único evidente es que me encuentro en ese lugar, sintiéndome completamente ajena a mi entorno, como una excrecencia del azar.
Son situaciones de enorme desorientación y soledad. Hasta hace poco provocaban en mí reacciones de pánico muy intensas. Ahora, en cambio, soy capaz de soportarlas con estoicismo. Me siguen produciendo miedo, pero ya no les huyo.
Simplemente me hago a un lado para no entorpecer el paso de los transeúntes y observo el barrio a la busca de seňales, de pistas. Y no es difícil encontrarlas. Tomar en serio sus insinuaciones requiere sin embargo agilidad, desprendimiento, disponibilidad. Y yo no logro siempre dar el salto en el momento oportuno.
Dejo pasar el tren, por decirlo así.
No comments:
Post a Comment