Mira, te lo voy a decir claramente. El negocio que propones me resulta incierto. Un poco porque no estoy familiarizada con su modalidad, otro poco por su carácter abierto. Lo que exiges es un acto pionero, una conquista. Y ésto demanda energías, ideas, dinero y sobre todo mucho apoyo emocional. Tal como han quedado las cosas después de nuestra primera conversación tengo la impresión de que o bien sobrestimas mis posiblidades, o bien no te interesa realmente lo que al final ocurra con la empresa, seguro como te sientes con tu éxito en otra parte.
Dicho de otra manera, tú quieres ayudarme, no que yo te ayude a tí. Hasta estás dispuesto a darme una remuneración por el servicio, pero ésto es lo de menos. Quiero decir, el asunto de la remuneración me parece secundario en relación con el de la viabilidad.
Todavía no sabes por qué? Te lo voy a explicar otra vez. Más que un modo de subsistencia, lo que yo busco es un vínculo vivo con la realidad. No importa de qué tipo, todo lo que cuenta es que funcione para mí como el vehículo de una transcendencia efectiva. Lo que yo quiero es evolucionar, adentrarme en un futuro abierto al cambio, no en uno reducido a la reproducción de lo mismo.
Para sentirme segura en lo que me propones tendrías que considerarme algo más que alguien que necesita ayuda. Más incluso que una socia. Tendríamos que ser conjurados en la misma aventura, por decirlo así. Cómplices, compinches, amigos, más que simples compaňeros de viaje. Y no sé si tú estás dispuesto a tanto.
Lo que digo quiere decir, si puedo formularlo así, que tendríamos que saber reconocer y respetar mutuamente los talentos y recursos de cada uno. De este conocimiento emanaría de un modo orgánico la distribución de tareas y la posición de cada uno en la inevitable jerarquía de las funciones. Esta jerarquía sería sin embargo una estructura móvil, cambiante, puesto que estaría fundada en fluctuaciones intersubjetivas. Sí, en última instancia tendría que ser una empresa fundada en la realidad del cuerpo, en los humores de cada uno.
Pero quieres que te diga una cosa? Tú eres de esas raras personas capaces de una relación de este tipo, de ésto estoy segura. Mi dificultad para aceptar tu propuesta no se encuentra entonces tanto en tí como en mí misma. Por un lado me resulta imposible saber de antemano si conmigo podrías decidirte a emprender algo tan radical y, por otro, soy incapaz de imaginar el modo de propnértelo y despertar tu interés en ello. No te conozco bien y tú no te das tiempo para conocerme a mí.
Esto último revela otro aspecto de mi dificultad. La brevedad del tiempo que te has concedido me pone en efecto un nuevo obstáculo. Estoy pensando ahora en el problema de dejar crecer la motivación, de abrirle vías de realización sin precipitarse, sin desfigurarla, sin asumir decisiones que la contradigan y finalmente la maten. Y yo estoy decidida a evitar esta eventualidad. Me parece preferible no hacer nada a verme desembocar otra vez en ella. Estoy harta de fracasar, sabes.
Lo que necesito con más urgencia son triunfos, victorias, goles. Esa forma de actuar en el mundo que moviliza el entusiasmo. El valor de esta respuesta es para mí más alto que el de cualquier remuneración.
No quiero responderte ni con un sí ni con un no. Voy a esperar a que coincidas conmigo en esta improbable intuición. En caso de que no lo hagas, te deseo lo mejor.
Que tengas éxito en la carrera dentro de dos semanas. Kimiko
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