Para solucionar mi ansiedad tendría que de-solidarizarme del transfondo ideológico que la alimenta. Pero al mismo tiempo ella es la pista que debo seguir para identificar éste.
Dilema, conflicto, contradicción, paradoja.
Siempre va a ser así. Es necesario que deje de esperar una Edad de la Abundancia donde me baste extender la mano para obtener lo que deseo. Una se abre trabajosamente camino entre los contrarios.
Por lo pronto he dicho que esta ansiedad me lleva a confundir una actitud, una posición existencial, una disciplina, con otra cosa; algo que quizá puedo definir como una fantasía.
Una fantasía que curiosamente parece consistir en un estado de conciencia libre de resistencias internas, repitiendo o reduplicando a este nivel lo que acabo de decir sobre la Edad de la Abundancia.
Èsto no hace si no confirmar que un aspecto de mi motivación está ciertamente contaminado de ilusiones. Quizá justamente ese aspecto que me impulsa a tomar medidas radicales, extremas, en mis esfuerzos por ser yo misma.
Cada vez que me propongo, por ejemplo, hacerme dueňa de mi destino. O cuando digo que lo único que cuenta es el ejercicio de la libertad creativa.
"Destino”, "libertad creativa”, no son otra cosa que abstracciones del pensamiento. Por lo menos mientras figuren en lo que digo sólo como metas deseables. En este rol tienen de hecho un carácter ideal y, por lo tanto, inalcanzable, frente al que debo mantenerme alerta.
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