- Ayer fuí al cine, dijo la Maga. Uno de los films en cinemascope de Godard. "Une femme est une femme". Una historia de amor, lineal e ingenua.
- Quién es Godard?, preguntó Kimiko.
- Un director francés, como debes haber supuesto por el título de la película, respondió Daniel en lugar de la Maga. Un tipo que todo el mundo ha visto, pero que en realidad nadie ha comprendido. - Quién es Godard?, preguntó Kimiko.
- Emile, Angela y Alfred, continuó la Maga. Una historia de amor narrada por un matemático tartamudo, medioloco. Un film esquemático, abstracto. No es la primera vez que lo veo. Pero en esta ocasión tres o cuatro cosas me han saltado literalmente a la vista.
- Cuáles?, preguntó Kimiko curiosa.
- La pobreza en París durante los sesenta, la cortina de una ventana que al ser encuadrada por la cámara tiene el efecto de un acortamiento del tiempo y el puritanismo del director, enumeró la Maga. Ah, y una tortilla que, lanzada al aire, no vuelve a caer en la sartén sino hasta después que Angela ha acudido a abrir la puerta.
- Debilidades de la concepción?, indagó Kimiko. O acaso errores artesanales?
- Con Godard nunca se sabe, opinó Daniel.
- El film es contradictorio en si mismo de una manera intencional, decretó la Maga. La vida es una construcción arbitraria y en el fondo aburrida, es lo que trata de decir. Lo curioso es que los personajes que la habitan no se dan cuenta de ello. Al contrario, se lo pasan de lo mejor. Ahora recuerdo una escena notable que estoy segura les va a interesar.
- Adelante, dijo Kimiko con interés.
- Ocurre cuando Angela amenaza a Emile con salir a la calle para acostarse con el primer desconocido que encuentre, continuó la Maga. Porque Angela quiere tener un hijo; un deseo en el que Emile no está dispuesto a cooperar. Èste acaba de decirle que está seguro de que no se va a atrever a tanto, y ella se dirige a la puerta decidida a abandonar el departamento. En el momento en que la abre dos sujetos la obligan sin embargo a hacerse a un lado y penetran en la vivienda sin esperar a ser invitados. Tras identificarse rápidamente como policías, explican que están realizando una investigación a consecuencia del estallido de una bomba y se acercan a la ventana de la sala para observar distraídos el exterior. Por último echan una mirada igualmente superficial en el departamento y vuelven a salir del mismo modo abrupto como entraron. Evidentemente la función de estos policías en la anécdota es impedir que Angela abandone la casa sin necesidad de que desista de su voluntad de tener un hijo, pero lo que me parece puede ser interesante para ustedes es otra cosa. Especialmente para tí, Daniel.
- Para mi?, dijo Daniel sorprendido.
- Sí, confirmó la Maga. Como expectadora me sentí agradecida o aligerada por la irrupción de los policías. Èsta vaporizó de pronto el aburrimiento del mundo habitado por Angela, haciendo de él una apariencia temporal, pasajera. La realidad no se anuncia, sino simplemente ocurre, éste es el significado que transportaba. Pero lejos de aprovechar esta oportunidad de liberación Godard vuelve enseguida al aburrimiento y la ingenuidad de un momento antes. Y sabes por qué? Porque en el fondo Godard es un conservador. O por lo menos lo era en el momento de hacer este film.
- Te parece?, indagó Daniel cauto.
- El anarquismo que la gente cree ver en él no es en realidad otra cosa que sus intentos de conjurar, de exhorcizar la imprevisibilidad de la existencia, insistió la Maga.
- No estás siendo demasiado dura?, sopesó entonces Kimiko conciliadora.
El timbre de la puerta de entraba comenzó entonces a sonar y la Maga se levantó a abrir sin darle a Kimiko tiempo para responder.
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