El modo más efectivo de sortear la tentación de buscar apoyo en alguna ideología es, me parece, permanecer cerca de lo que es, aunque no sea fácil.
Lo que es, después de todo, no es otra cosa que mero dato, bit informativo.
El ronroneo de la paloma. Ahora el claveteo del martillo entrando por la ventana junto con el raspeteo constante de la lijadora.
Datos relativamente fácil de identificar debido a su caráctzer discontinuo en la textura de mi experiencia.
La tira de cuero en mi muňeca, la ansiedad en el pecho, el humo del cigarrillo en el cono de luz.
Èstos, algo más íntimos, también son datos.
Centrar mi atención en ellos, darles la palabra y no, como he hecho siempre, introducirlos en una ideología, desfigurarlos en ella.
Decirle no a la ideología en nombre del sueňo, del deseo.
O hacerlo en nombre del cuerpo, de la experiencia realmente vivida, antes de cualquier reflexión.
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