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Friday, January 21, 2005
shit
Thursday, January 20, 2005
Tuesday, January 11, 2005
La tira de cuero (2)
La tira de cuero en mi muňeca es embellecimiento de esa desnudez, guiňo erótico, invitación al gozo físico.
Con ella digo que también soy otra.
Una prisionera, una amante fiel, entregada y tierna.
Una mujer de largos muslos y blando vientre.
Tan bella como inteligente, pero sólo valiente porque es inocente.
Una mujer de aire o de fuego.
Monday, January 10, 2005
La tira de cuero
El modo más efectivo de sortear la tentación de buscar apoyo en alguna ideología es, me parece, permanecer cerca de lo que es, aunque no sea fácil.
Lo que es, después de todo, no es otra cosa que mero dato, bit informativo.
El ronroneo de la paloma. Ahora el claveteo del martillo entrando por la ventana junto con el raspeteo constante de la lijadora.
Datos relativamente fácil de identificar debido a su caráctzer discontinuo en la textura de mi experiencia.
La tira de cuero en mi muňeca, la ansiedad en el pecho, el humo del cigarrillo en el cono de luz.
Èstos, algo más íntimos, también son datos.
Centrar mi atención en ellos, darles la palabra y no, como he hecho siempre, introducirlos en una ideología, desfigurarlos en ella.
Decirle no a la ideología en nombre del sueňo, del deseo.
O hacerlo en nombre del cuerpo, de la experiencia realmente vivida, antes de cualquier reflexión.
Saturday, January 08, 2005
En la habitación no había nadie
Kimiko lo miraba con el rabo del ojo, el rostro dirigido hacia la ventana mientras, el codo sobre la mesa, palpaba nerviosa con los dedos las costillas debajo de sus senos. Iluminada por el sol, la pared a sus espaldas destacaba el negro de sus cabellos.
- En realidad uno está siempre perdido para algo, continuó él. Más aún, uno no deja de perderse siempre más a medida que ejerce sus posibilidades de elección.
Ella se reclinó en silencio sobre el respaldo de la silla y tomó por el tallo una de las flores secas sobre el tablero – una flor amarilla de numerosos pétalos, tal vez un girasol – y, levántandola diagonal, se cubrió el ojo izquierdo con ella. Sin dejar de mirar seria, atentamente a Slothrop con el otro ojo (el párpado semicerrado un matiz lascivo), imaginó ser una mujer pirata, la flor el parche cubriéndole la órbita vacía.
Slothrop no se dejó distraer:
- Si me levanto de la silla y abandono la habitación, por ejemplo, me perdería para tí, verdad?, insistió. Pero tal vez no para mí mismo, incluso si la ciudad allá afuera me resultase totalmente desconocida. En este caso me costaría orientarme en ella, es cierto, pero no estaría necesariamente perdido. Y lo que yo busco es esto último. Perderme para mí mismo igual que tú me perderías si salgo de la habitación. Èste que soy ahora perdido con respecto a ése que fuí hace un instante o hace una semana. Perdido, entiendes? Seperado, otro. Sin relación con él. Sin un pasado común, sin identidad entre nosotros, con un futuro distinto.
Kimiko devolvió la flor a la mesa y entreabrió los labios, preparándose a decir algo. Pero él se le adelantó:
- Entre este momento y el que sigue hay una discontinuidad, un abismo, dijo. Mi deber es saltarlo, superarlo. En efecto lo siento como un deber, como un imperativo moral. Mientras más profundo este abismo, mientras más peligroso el salto, tanto mayor la experiencia de la pérdida. Extraviado, llegar a sentirme en casa y reir, ésta es la satisfacción que busco.
Kimiko sacudió coqueta el cabello al mismo tiempo que se aclaraba la garganta:
- Nunca dejarás de reencontrarte después de cada uno de esos saltos, comentó.
Slothrop creyó obervar la sombra de una sonrisa en el extremo de sus ojos reproduciéndose brevemente en las comisuras de los labios antes de desaparecer sin dejar huella.
- Tienes razón, concedió. Pero ésto no ha de ocurrir si no para revelarme que he alcanzado un nuevo abismo.
Y, poniéndose de pie, avanzó hasta la cómoda junto a la puerta del baňo. Empuňó entonces el espejo de mano que había encima y, blandiéndolo como un arma, se volvió hacia ella, decidido a confrontarla con su reflejo:
- Bastará con que observes tu propia im...
No pudo terminar. En la habitación no había nadie.
Thursday, January 06, 2005
Partícula browniana
Anómala como es, esta situación es sin embargo necesaria. No podría obviarla sin caer en la arbitrariedad, por un lado, o la imposición apriorística, dogmática, por otro.
Me encuentro a la busca de datos empíricos, de elementos de juicio, de evidencias sobre las que basar mis elecciones.
Soy una partícula browniana intentando sensibilizarse frente a las fuerzas que fracturan y barroquizan su caída libre en la emulsión.
Wednesday, January 05, 2005
Formar parte de lo que es
Atreverme a dar el salto desde la realidad de mi pensamiento hacia el pensamiento de la realidad.
Recién entonces, puesto que previamente me habré mezclado con las cosas, podré empezar a pensar sobre mí misma sin caer víctima de mis aporías, de mi malsana ideología.
Quiero llegar a formar parte de lo que es, sin más.
La certeza de esta pertenencia es la fuente en la que se alimenta ese fresco entusiasmo que caracteriza el amor.
Una exaltación subjetiva manando de la contemplación sin culpa de la propia existencia como un acontecimiento justificado, natural.
Mis dudas de originan de hecho en la insuficiencia, en la escasez de mi amor hacia mí misma.
Pero aquí tengo que explicitar que para poder decir esto último he tenido que desprenderme de una ilusión.
La ilusión de que sólo la participación de un tercero ajeno a mí misma podría justificar la movilización de un sentimiento semejante, garantizar sus efectos nutritivos.
Y si me he desprendido de ella no ha sido por medio de una negación de este tercero, sino a través de su ampliación, de su ensanchamiento.
De un tipo concreto de hombre he pasado a la exploración de otros tipos, luego he incluído en esa exploración otros seres distintos al hombre y, finalmente, estoy tratando de introducir categorías de cosas más abstractas y generales.
La realidad del mundo es en el fondo el único interlocutor importante, el tercero ideal. Allí es donde se encuentra la verdad definitiva de mi existencia.
Èsto es, en mi propia cabeza que la piensa y, con ello, la conoce. Que la produce en signos, que la marca.
Quiero emplear ésto que digo como consigna, como santo y seňa, como talismán o relicario, como instrumento mnemotécnico y arma en todos los órdenes de mi vida.
Tuesday, January 04, 2005
Las cosas del mundo
Lo que ocurre conmigo es que creo menos en mí misma que en lo que tomo como las cosas del mundo.
Cosas que, a causa de su terquedad, de su indiferencia, parecen desmentir mi realidad hecha de proyectos, de sueňos, de deseo.
Mi intención al hacer estas anotaciones consiste en objetivar esta realidad mía, en articularla, y trasladarla así al mundo de las cosas – lo cual a mis ojos demuestra que estoy decidida a comenzar a actuar de otro modo.
Si mis sueňos y deseos me afectan con la misma intensidad que las cosas del mundo, alguna vez llegaré a creer realmente en su existencia. Es lógico, no?
De esta manera espero dejar de ser invisible para mí misma, dotarme de un cuerpo. Lo que necesito es construir mi consistencia, edificarla.
Sunday, January 02, 2005
Por qué soy tan necia?
A veces me quedo callada porque trato de decir bonito lo que estoy pensando. Pero ésto es un error. No el tratar de decirlo bonito, sino el creer que estoy pensando cuando me quedo callada por esta razón.
Lo que en realidad ocurre en esos momentos es que tengo miedo de comenzar a decir sin saber a dónde terminaré llegando. Olvido que el pensamiento es como un paisaje que va cambiando de forma conforme una se desplaza en él.
Cuál es la diversión cuando pretendo saberlo todo desde el momento en que abro la boca?
Me quedo callada porque quiero ser dueňa de mis actos, porque trato de controlarme. Creo necesario ocupar mi tiempo de un modo que resulte productivo, sin preguntarme para quién. De este modo me adelanto a mi desarrollo, y lo bloqueo en la misma medida en que intento anticiparlo.
Parto de ideas preconcebidas; ésto es lo que estoy tratando de decir. Por qué soy tan necia?
Mi conducta no es ni siquiera práctica. Lo sería en el caso de que al actuar de esta manera lograra por ejemplo reducir al mínimo las ocasiones de extravío y, con ello, el sentimiento de miedo que las acompaňa. Pero no es así.
Al contrario, mi falta de inciativa me expone a otras formas mucho más intensas del miedo. Un miedo real esta vez, no ya solo imaginado, motivado en el hecho de mi estasis, de mi inacción.
Quedarme callada por la razón que menciono no es la virtud que pienso. El pensamiento no existe si no es articulado. Pero una no puede preocuparse por su articulación hasta el extremo de inhibirse. Es necesario permitir un espacio para el error y la sorpresa.
Saturday, January 01, 2005
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