A veces no parece haber respuesta al otro lado de la línea. Pero lo que ocurre es sólo que hay un time-delay entre uno y otro lado.
Un efecto inevitable de los procesos de transducción intermedios, de los necesarios cambios de código.
Por ésto es que el comenzar estuve a punto de emplear más bien la fórmula: el ritual de la convocación, del encantamiento.
Un lugar éste en el que llueve ahora, a juzgar por el monótono tamborileo que percibo en el transfondo, como gotas de lluvia golpeando el follaje de bosques milenarios.
Raumgleichetrennung.
Lo que ocurre en este lado del Universo ha dejado de interesarme por el momento. Me concedo una pausa y, mientras espero la seňal de emisión, dejo constancia escrita de mi proceso de inmersión. He encendido el monitor, he marcado el número y el modulador-demodulador se ocupa ahora de establecer contacto.
Hay muchas formas de decirlo, y puedo además describirlo en presente y futuro. Me sentaré frente a la consola, alimentaré los parámetros de identidad y tiempo, y finalmente auscultaré el ingreso de la seňal.
Es necesario tolerar la dilación sin confundirla con una falta de seňal. Todo depende de las gradientes de potencial en el eter. Tarde o temprano algún mensaje alcanzará mis relays, y finalmente mis tímpanos.
Y lo más probable es que de primera intención no lo entienda, que necsite una repetición.
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